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San Erminio

San Erminio es un santo de la iglesia católica quien vivió durante el siglo VII. Se conoce como un servidor hospitalario y caritativo, desde su juventud estuvo dedicado a las labores de la iglesia, primero como obispo y luego en la orden benedictina como abad del monasterio de Lobbes, se encargó de mantener la disciplina en la comunidad y la importancia de las oraciones, así como también recibió el don de la profecía.

Erminio nació aproximadamente en las últimas décadas del siglo VII en la ciudad de Laon, que estaba situada en el departamento del Aisne de la región de Picardía en Francia; su familia era cristiana, por ello recibió educación religiosa desde sus primeros años en la escuela local. En su juventud, decidió envolverse en los asuntos de la iglesia, así ingresó al clero secular. Por su dedicación y esmero en las labores religiosas fue canónigo de la catedral durante el mandato del obispo Madelgario.

Permaneció algunos años en la comunidad, hasta que Erminio sintió en su corazón el deseo de llevar una vida monástica y de observancia. Entonces, partió hacia la abadía de Lobbes que estaba bajo la dirección del abad Ursmaro, donde fue aceptado.

De inmediato, el abad Ursmaro reconoció sus cualidades de servicio religioso, lo hizo su discípulo, lo consagró como obispo en el año 711, y lo nombró como su sucesor. Cuando este abad falleció, Erminio pasó a dirigir el monasterio de Lobbes, el 18 de abril del año 713.

Era un hombre disciplinado. Erminio dirigió con esmero su abadía, la convirtió en un lugar de peregrinación y hospitalidad para los misioneros, además, planeó intervenciones de evangelización en toda la región. Sus grandes virtudes hicieron que Dios le concediera el don de la profecía. De esta manera el abad Erminio hizo varias revelaciones, tales como la victoria de Carlos Martel en la batalla del 21 de marzo del 717; el gobierno de Pipino el Breve sobre el pueblo francés; la muerte del jefe de los frisones Radbode, entre otros acontecimientos importantes.

El abad Erminio falleció en la tranquilidad de la abadía de Lobbes, el 25 de abril del año 737.

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