San Julián de Cuenca: El humilde franciscano limosnero
Julián nació en el siglo XII en Burgos, España. De joven ejerció como pastor de ovejas y labrador, llevando una vida pobre y humilde acorde a sus orígenes. Desde entonces sintió la vocación del servicio y la entrega a los demás.
Ingreso en la Orden Franciscana
Atraído por el ejemplo de San Francisco de Asís, Julián ingresó en la Orden de los Frailes Menores (franciscanos), abrazando el ideal de pobreza y caridad con pasión.
El «Santo Limosnero» de entrega absoluta a los necesitados
A partir de entonces, la vida de San Julián de Cuenca estuvo absolutamente consagrada a la asistencia de los más pobres, enfermos y encarcelados. Repartía todos sus bienes materiales entre los necesitados, viviendo en la más absoluta pobreza para mejor servirlos.
Labor asistencial incansable
San Julián destacó por su generosidad sin límites hacia toda persona que padecía necesidad. Se entregó por completo a su misión de atención a los indigentes, encarcelados, enfermos y ancianos desamparados.
Su humildad y fama de santidad
Por su vida ejemplar de total desprendimiento y caridad, el pueblo sencillo lo apodó cariñosamente como «El Santo Labrador». Su fama de santidad se extendió y en 1594 fue canonizado por el Papa Clemente VIII.
Patrono de Cuenca y su devoción popular
San Julián de Cuenca es patrón de la provincia española de Cuenca, donde falleció en 1207 tras décadas de fecunda labor asistencial. Su festividad se celebra cada 28 de enero y es especialmente venerado por sus paisanos conquenses y los expendedores de alimentos y bebidas por su vida de pobreza y caridad.