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San Acacio de Mesopotamia

San Acacio de Mesopotamia

San Acacio de Mesopotamia es un santo de la iglesia católica quien vivió durante el siglo V. De los pocos relatos de su vida se puede conocer que fue un servidor fiel a Cristo y obediente a las órdenes de sus superiores. Le fueron confiados varios encargos como misiones diplomáticas para tratar de conciliar las diferencias entre los dos imperios. Además, es conocido por haber hecho grandes sacrificios por el rescate de los fieles.

Aunque no se sabe con precisión, todo parece indicar que San Acacio nació en Amida, una región de la antigua Mesopotamia que hoy en día corresponde a territorios de Turquía, posiblemente a comienzos del siglo V.

De sus primeros años de vida no se disponen informaciones. Acacio se hizo religioso y fue nombrado como obispo de la diócesis de Amida (hoy en día Diyarbakir, al sudeste de Turquía, en la proximidad del río Tigris).

Un pasaje que sin duda da testimonio de su entrega sucedió alrededor del año 419, cuando el emperador Teodosio II envió al obispo Acacio como su embajador ante el rey de los persas, puesto que se trataba de llegar a un acuerdo con las iglesias persas, ante los conflictos que habían surgido por los nestorianos.

Dos años más tarde se desató una guerra entre persas y bizantinos, los cuales hicieron cautivos a más de 7000 prisioneros. Eran tantos que en las cárceles se les dejaba morir de hambre, pues no alcanzaba para alimentarlos a todos.

Conmovido por tal situación, el obispo Acacio acudió al rescate de estos prisioneros, para ello convenció al clero y vendió los vasos sagrados de la iglesia de Amida, y con el dinero que recibió pudo libertar a estos prisioneros de guerra. Este hecho piadoso y desinteresado llevó a que muchos de los cautivos rescatados se convirtiesen al cristianismo.

Cuando el rey persa, Bahram V, se enteró del gesto del obispo Acacio, se conmovió y dejó de perseguir a los cristianos en su imperio.

El obispo San Acacio falleció alrededor del año 422.

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