Cada 28 de febrero se celebra la festividad de varios santos reconocidos por la Iglesia Católica. Esta fecha es una oportunidad para recordar su legado y la importancia de su vida en la historia de la religión. Aunque cada santo tenga su propia historia y legado, todos ellos comparten la virtud de la fe y la entrega a Dios. Recordarlos en su día especial es una manera de honrar su vida y obra, y de seguir inspirándonos en sus enseñanzas y ejemplo. Asimismo, es una oportunidad para reflexionar sobre nuestra propia fe y nuestra relación con la divinidad.