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Beato Andrés Caccioli

Beato Andrés Caccioli

El beato Andrés Caccioli fue un religioso de la iglesia católica quien vivió durante el siglo XIII. De origen italiano, este sacerdote se dedicó en su vida a seguir las enseñanzas de san Francisco de quien fue discípulo. Era un predicador obediente y caritativo, dotado de dones taumatúrgicos, y con gran celo Eucarístico. Fue devoto de la Virgen María y de la Pasión y muerte de Jesús. Es proclamado como co-patrono de la ciudad de Spello desde 1360.

Andrés Caccioli nació en el año 1194 en la ciudad de Spello en Umbría. Desde su juventud sintió el deseo de ser un servidor de Cristo y comenzó estudios para formarse como sacerdote. En el año 1223 se hace seguidor y discípulo de San Francisco al ingresar a la Orden de los Hermanos Menores, imitando en todo momento el espíritu de pobreza, oración y penitencia.

Hacia el año 1233, el hermano Andrés se encontraba en España, donde formó parte del Capítulo de Soria y obtuvo con sus oraciones grandes providencias para la tierra que era afectada por una terrible sequía. Este milagro lo repitió en su ciudad natal Spello.

Más tarde pasó un tiempo viviendo en Las Cárceles en Asís, que era un eremitorio destinado a la vida de austeridad, penitencia y oración, su atención estaba enfocada por completo en la espiritualidad y los deberes con el cielo.

Se cuenta que un día tuvo la visión del Niño Jesús con quien entabló dulces conversaciones hasta que sonaron las campanas que llamaban a los religiosos para el trabajo. La obediencia de Andrés lo llevó a acudir al llamado. Terminada su labor regresó al retiro para encontrarse de nuevo con Jesús quien lo felicitó y le predijo que próximamente se reunirían.

En el año 1248, el beato Andrés regresó al convento de Spello, donde fue el guía espiritual de las hermanas Clarisas y nombró como abadesa de Spello a la beata Pacífica Guelfuccio, de las primeras discípulas de Santa Clara.

Luego de una vida de trabajo y méritos, el padre Andrés falleció en la gloria de Dios el 3 de junio del año 1254. Su culto fue confirmado por el papa Clemente XII en el año 1738.

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