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San Severo de Nápoles

San Severo de Nápoles

San Severo de Nápoles es un santo de la iglesia católica quien vivió durante el siglo V. Este religioso fue obispo de la sede de Nápoles, discípulo y amigo de San Ambrosio, quien siguiendo con rectitud y disciplina sus consejos, consiguió defender la sede de las herejías de los arrianos, así como conquistar el corazón de muchos fieles.

Severo fue el duodécimo obispo de Nápoles. No se conocen datos sobre su vida antes de convertirse en religioso, posiblemente nació en la primera mitad del siglo IV en dicha ciudad y al crecer con valores cristianos, decidió seguir el camino de servicio pastoral.

Comenzó su episcopado con su nombramiento en febrero del año 363, pese a relativa tranquilidad para los cristianos ejercieran su culto religioso, las herejías y las fuerzas paganas habían causado importantes retrocesos en la sociedad. Una de las herejías a la cual tuvo que hacerle frente fue a la de Arrio de Alejandría, quien diferenciaba a Jesús encarnado como diferente del Padre, catalogándolo como una criatura.

Con su trabajó, toda la diócesis de Nápoles se iluminó bajo la dirección de San Severo, que restauró la fe propia del cristianismo, reforzó las obras de su predecesor san Máximo, quien tristemente falleció expulsado de su diócesis en la persecución de los herejes.

San Severo se ganó la confianza de los cristianos y con su labor, supo conquistar el corazón de los paganos, rescatando muchas almas para el cristianismo. Fue discípulo y amigo personal de San Ambrosio de Milán, desde su encuentro en el 392 en el Concilio Plenario de Capúa.

En su trabajo por la fe, Severo llevó a la construcción de cuatro basílicas, una de ellas construida con espléndidos lujos y piedras preciosas que fue consagrada para El Salvador, y posteriormente fue llamada San Giorgio el Mayor, sin embargo, su construcción se perdió con los años.

San Severo también construyó el Baptisterio de Nápoles, el más antiguo de occidente que en la actualidad se encuentra anexo a la Basílica de Santa Restituta de la Catedral de Nápoles.

Más allá de su diócesis, el obispo san Severo también colaboró con la construcción de las Iglesias de San Fortunato, cementerial, donde guardó las reliquias de San Máximo. Luego de consagrar la mayor parte de sus años de vida al trabajo religioso, san Severo falleció en el año 409. Se le considera patrono de la ciudad de Nápoles.

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