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San Canión de Atela

San Canión de Atela

San Canión de Atela es un santo mártir de la iglesia católica quien vivió durante el siglo III. Su historia es una leyenda cargada de esperanza y fe cristiana, así como de un gran sentido de compromiso con la misión evangelizadora, sufrió por su fe en varias ocasiones, torturas, encarcelamientos, hasta finalmente fallecer martirizado por los propios habitantes de la ciudad pagana donde predicaba.

San Canio-Canione de Atella

La historia cuenta que Canión era un obispo africano de la iglesia de Juliana, en Pirenaica. Cuando comenzó la cruel persecución contra los cristianos durante el gobierno de Diocleciano en el año 292, las provincias romanas en África tabién se vieron afectadas.

El anciano obispo Canión fue trasladado a Cartago para ser interrogado y torturado. Como no pudieron hacer que ofreciera sacrificios a los dioses paganos, lo azotaron y le quemaron la carne con hierros calientes, para dejarlo fallecer en la cárcel. Pero el prefecto de la ciudad, Pigrasio, ordenó que fuese liberado a cambio de que no continuase su predicación.

No obstante, Canión al estar libre continuó predicando el Evangelio. Entonces Pigrasio ordenó que se le suspendiera en una pila y lo apalearan, poco a poco Canión se desangraba, pero aún así en medio de este tormento, el obispo continuaba predicando y con su valentía y palabras conquistó el corazón de muchos fieles en aquel mismo momento que presenciaban las torturas.  Viendo la reacción del pueblo, Pigrasio intentó convencerlo con promesas, pero en vista de que no lograba que Canión dejara de predicar su fe, ordenó que fuese decapitado.

Cuando lo trasladaban al cadalso, hubo un terrible terremoto, así Canión pudo escapar de sus verdugos, y llegó en un barco roto que dirigió un ángel hasta la costa en Campania. En Atela, el anciano obispo comenzó a predicar nuevamente, pero la ciudad estaba inundada del paganismo, y a pesar de su predicación y milagros realizados, unos emisarios del mal provocaron un revuelto en el pueblo que hizo que la gente se ensañase en contra de Canión, lo apedrearon hasta la muerte, mientras del santo se encomendaba a Dios.

Se dice que su cuerpo estuvo custodiado por un pájaro durante tres días, hasta que un grupo de cristianos le dio sepultura en el cementerio de San Félix y San Vicente.

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