San Andéolo o Aniolo de Viviers es un santo de la iglesia católica quien vivió durante el siglo II. Fue un religioso discípulo de San Policarpo de Esmirna, a quien le fue confiada la tarea de evangelizar el sur de la región de Galia; en este trabajo misionero fue capturado y martirizado por su fe cristiana.
Se desconoce la fecha exacta de su nacimiento aunque probablemente se sitúa en la segunda mitad del siglo II. Se cree que Andéolo era natural de Grecia y que se había hecho cristiano, siendo discípulo de San Policarpo de Esmirna y contemporáneo de los santos Pontino e Ireneo. Cuando estos dos apóstoles fueron enviados a Lyon, Andéolo recibió la misión de ir junto a su hermano Aquila a un viaje de evangelización en la región del sur de Galia.
Andéolo partió en su misión apostólica, llegando a Marsella junto con los Santos Benigno de Dijon, Andoquio y Tirso, quienes iban a Borgoña como misioneros. Andéolo continuó su viaje hasta Carpentras y luego de pasar un período breve en esta región se estableció en Viviers, donde comenzó un trabajo de instrucción del evangelio dedicado y compasivo para con todos los fieles.
Sin embargo, con el gobierno del emperador Septimio Severo, las restricciones para los cristianos se extendieron por el reino. Andéolo fue capturado junto a su hermano Aquila quien también era un religioso en misión. El santo mártir se negó a ofrecer sacrificios a los dioses paganos y rechazó la propuesta de abandonar el cristianismo para salvar su vida, por ello, fue condenado a torturas y penas, lo golpearon con varas, y sus verdugos le fracturaron el cráneo con una espada de madera en el año 208.
El cuerpo de Andéolo fue arrojado al río Ródano. Más tarde fue encontrado por una ciudadana romana rica, llamada Amícia Euqueria Tulia, quien lo sepultó y le construyó un oratorio de piedra sobre su tumba.
En el siglo XI se construyó una iglesia en la diócesis de Viviers en su honor.