La festividad del 8 de julio nos invita a recordar a aquellos santos cuyo legado y ejemplo de vida nos inspiran a crecer en nuestra fe y a seguir el camino hacia una vida más plena y comprometida con los demás. Al celebrar la memoria de estos santos, recordamos que nuestra fe no es solo un asunto personal, sino que se enriquece y se fortalece a través de la comunión con la comunidad de los creyentes y la inspiración de aquellos que han vivido antes que nosotros.