En la liturgia católica, el 23 de febrero se celebra la fiesta de varios santos y mártires que entregaron sus vidas por la fe. Esta fecha es una oportunidad para recordar su legado y su ejemplo de amor y fidelidad a Dios. A través de sus vidas, podemos aprender el valor de la perseverancia y la fe en tiempos de adversidad. Sus historias nos recuerdan que incluso en medio de la oscuridad más profunda, siempre hay una luz de esperanza que nos guía hacia la verdad y la vida eterna. Así, el 23 de febrero es un día para honrar y recordar a estos santos y agradecerles por ser inspiración para nuestra propia vida cristiana.