Santa Raquel era la esposa de Jacob uno de los descendientes de Abrahán, en quien también se manifiesta la promesa divina de la obra de Dios a través de la fertilidad. La historia de su vida se puede extraer de los relatos del libro de Génesis en el Antiguo testamento, especialmente en los capítulos 29 y 30.
El nombre de Raquel es de origen hebreo y significa “oveja”. Era hija de Labán, una de las más hermosas. Cuando Jacob fue a trabajar para su padre, conoció a Raquel y se enamoró de ella, y por este amor esperó durante 7 años de duro trabajo para poder pedirla en matrimonio, sin embargo, Labán le puso la condición de que debería trabajar siete años más y unirse primero a su hija Lía, antes de que este le diera a Raquel por esposa.
Cuando finalmente Raquel y Jacob se casaron, esta no podía tener hijos; se aferraba fielmente a la oración para rogar que por la intervención divina pudiese tener un hijo. Cuando partieron a la casa de Jacob, Raquel llevó consigo, en secreto, los amuletos de su padre. Pasaron muchos año en los que Raquel no podía concebir, por tanto le dio a Jacob a su sierva Bilha, de cuya unión nació Dan, este niño fue adoptado por Raquel como suyo.
Luego de años de suplicas y oraciones Raquel consiguió dar a luz a su primer hijo, José, y un tiempo después, dio a luz a Benjamín. La historia de la Santa Raquel es ejemplo de la intervención divina en la fertilidad que parecía imposible de lograr, milagro que es narrado en varias oportunidades en el antiguo testamento.