San Erasmo de Formia es un santo mártir de la iglesia católica quien vivió durante el siglo III de la era cristiana. Su historia es una leyenda fantástica de cómo este religioso fiel a Dios, soportó cada una de las torturas a las que se le sometió teniendo el auxilio de los ángeles y manteniendo el ánimo de su fe en Cristo.
Erasmo, en ocasiones es referido como San Elmo, nació a mediados del siglo II en Ilírico. Es uno de los catorce santos auxiliadores invocados en las tradiciones de los cristianos. Su relato cuenta que era obispo de Formia y de la Campania.
Cuando comenzó la persecución del emperador Diocleciano, Erasmo fue encarcelado y presentado ante un juez; por su fe cristiana lo sometieron a todo tipo de torturas, golpeado, escupido, con la piel lacerada, con las venas reventadas; aún así consiguió sobrevivir por intercesión milagrosa de Dios.
Enfurecido, el juez lo metió en una fosa con serpientes y gusanos, lo rociaron con aceite hirviendo, le cubrieron con azufre las manos, todo lo cual resistió con ayuda de Dios. Entonces se desató una terrible tormenta que mató a sus verdugos, y Erasmo pudo escapar con la ayuda de los Ángeles que lo protegían. Pero Diocleciano lo recapturó
Fue sometido ahora por Maximiano a más torturas y castigos, zambullido en agua hirviendo y quemando su boca con hierros calientes, pero un ángel sanó todas sus heridas. Una versión cuenta que Erasmo consiguió escapar a las montañas del Líbano donde vivió como eremita, alimentándose con lo que unos cuervos le llevaban.
Luego de esto había sido capturado de nuevo y condenado, cubierto con pez lo quemaron aunque sobrevivió y escapó a Ilírico donde convirtió a muchos paganos. De nuevo fue capturado, esta vez lo asesinaros abriendo su estómago y enrollando sus intestinos en un cabrestante, en el año 303.
Se considera a San Erasmo patrón de los marinos y de los violinistas.