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Beata Felipa Mareri

Santa Felipa Mareri: la noble franciscana del siglo XIII

Santa Felipa Mareri fue una religiosa franciscana italiana que vivió en el siglo XIII. Destacó por su origen noble, su cercana relación con San Francisco de Asís y su trabajo con los más necesitados. Fue declarada beata y se la conmemora cada 16 de febrero.

Infancia privilegiada

Felipa Mareri nació aproximadamente en 1195 en el castillo de Mareri, cerca de Rieti, en el centro de Italia. Pertenecía a la acomodada familia Mareri. Su padre era Filipo Mareri y tenía dos hermanos, Tomás y Gentil, además de una hermana de la que se desconoce el nombre.

Su hermano mayor Tomás llegó a ocupar un alto cargo en la corte del emperador Federico II, lo que trajo aún más prosperidad económica a los Mareri.

Encuentro con San Francisco de Asís

Siendo joven, Felipa recibió en su casa la visita de San Francisco de Asís, en sus años de peregrinaje por el Valle de Rieti (entre 1121 y 1225). El ejemplo y las palabras del santo fundador de los franciscanos calaron muy hondo en ella.

Consagración religiosa

Profundamente conmovida, Felipa decidió renunciar a los privilegios de su origen noble y consagró su vida al servicio de los pobres y enfermos, ingresando en la Orden Franciscana. Esta decisión generó la oposición de su familia, especialmente de su hermano Tomás, que no entendía tal cambio.

Ante la negativa familiar, Felipa encontró refugio en una gruta vecina al castillo, conocida actualmente como la Gruta de Santa Felipa. En 1228 sus hermanos finalmente aceptaron su vocación religiosa y le donaron el castillo Mareri y la iglesia aledaña para establecer allí una comunidad franciscana.

Santa Felipa Mareri falleció el 16 de febrero de 1236. Se la declaró beata y su festividad se celebra precisamente en esa fecha, recordando su generoso corazón franciscano.

Oración a Santa Felipa Mareri

Oh, Santa Felipa, que desde tu juventud y noble cuna abrazaste con humildad el camino de pobreza de San Francisco. Ayúdanos a desprendernos también de los bienes terrenales para abrir más nuestro corazón al amor de Dios y al prójimo.

Intercede ante el Señor para que sepamos escuchar Su voz en medio de las comodidades y distracciones del mundo, tal como tú atendiste el mensaje de Francisco. Y danos la valentía de tu espíritu para dejarlo todo y seguir los pasos del Maestro Divino. Amén.

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