San Vidiciano es un santo de la iglesia católica quien vivió durante el siglo VIII. Este religioso llegó a ser obispo de Cambray y Arras, promovió el honor a la memoria del santo obispo Leodegario, e instó al rey Teodorico a arrepentirse de su participación en el crimen y de los pecados de su vida, con penitencia así como la construcción de un nuevo monasterio (San Vaast) que adquirió gran renombre y prosperidad en tiempos de este santo.
Vidiciano, cuyo nombre a veces es referido como Vidiciano, nació en la comunidad de Artois al norte de Francia. Creció firme en los principios y valores cristianos, por ello en su juventud comenzó el camino a la vocación religiosa, siendo discípulo de San Eloy. Más tarde, continuó su formación como colaborador del obispo de Cambray San Aubert y se formó como presbítero.
En el año 667, la sede de Cambray quedó vacante, y Vidiciano fue llamado para ser consagrado como el sucesor de san Aubert. Para el año 691, ya en el ejercicio de su cargo de obispo, Vidiciano participó en la dedicación de las basílicas de San Pedro de Hasnon.
En el contexto de la muerte del obispo san Leodegario, cuyo autor directo había sido Ebroín, protegido por el rey Teodorico III, san Vidiciano reprochó tal conducta de complicidad, exhortando al rey a que se arrepintiese de sus pechados y reformase su vida a través de la penitencia y la dedicación de un monasterio.
Durante el período del obispo Vidiciano se logró la fundación del monasterio de San Vaast, el cual prosperó bajo su dirección, conformándose como una gran comunidad de hermanos, que san Vidiciano dejó a cago de uno de los hermanos, siempre apoyando la institución con donaciones y favores para su próspero crecimiento.
Vidiciano también se dedicó a combatir las herejías e idolatrías que pretendían infiltrar los territorios cristianos de su diócesis. Después de dedicar toda su vida al servicio cristiano, este santo obispo falleció el 11 de marzo del año 712 aproximadamente. Su cuerpo se sepultó en el monasterio de San Eloy, y en la actualidad las reliquias se conservan en el monasterio de San Vaast, junto a las de San Leodegario.