San Fridolino es un santo de la iglesia católica quien vivió posiblemente durante el siglo VI. De origen irlandés, fue un abad que trabajó como peregrino en varias regiones de Francia para difundir la fe católica, luego se traslado a Suecia y también trabajó en territorios de Alemania. Este santo fue un gran admirador del trabajo de san Hilario, cuyo culto promovió y fundó un convento en su honor.
Se presume que era de origen irlandés, aunque las referencias no son exactas, y la delimitación cultural de las regiones en aquellas épocas era diferente a los territorios actuales. En esta época, se encontraba en el trono el rey Clodoveo II (del 639 al 675).
Fridolino provenía de una familia de religiosos católicos, y desde su juventud había decidido tomas los hábitos y llevar una vida monástica.
Fue un especial admirador de la obra de san Hilario de Poitiers (siglo IV), tanto que promovió intensamente la honra de la memoria de este santo, restauró su sepulcro y fundó una iglesia en su honor en las proximidades de Rin.
Fridolino también tuvo contacto con el rey Clodoveo II, quien reconoció las cualidades de servicio de este religioso, y lo apoyó con recursos para sus viajes de peregrinación y su labor en la reforma y rescate de instituciones religiosas y en las misiones.
En los últimos años de su vida, Fridolino se trasladó a la comunidad de Sáckingen en Rin (una comunidad alemana) donde promovió la evangelización a través de la organización de muchas visiones. Consiguió el favor de hombre llamado Urso a quien había conseguido un milagro, para que le donase unos territorios en los que establecería una comunidad monástica, que se convirtió en la abadía de Sackingen (Baden), muy famosa durante el siglo VI.
San Fridolino falleció en este monasterio, el 6 de marzo del año 538. Su cuerpo se sepultó en la cripta de la catedral de Sackingen, hasta que se exhumaron en el siglo XIV y se convirtió en un lugar de peregrinación especialmente para devotos alemanes y suizos, por quienes es venerado con devoción.