San Guiberto es un santo de la iglesia católica quien vivió durante el siglo X. Este religioso era descendiente de una noble familia, se dedicó en la primera parte de su vida a una brillante carrera militar, para luego separarse de todo contacto con estos lujos y promover la fundación de un monasterio benedictino en Gembloux, el cuál defendió de sus adversarios, sin embargo, para no gozar de privilegios, se retiró a pasar sus últimos años en el monasterio de Gorze.
Guiberto nació aproximadamente en el año 900 en el seno de una familia noble. En los primeros años de su vida cosechó mucha fama y triunfos con una brillante carrera militar, hasta que un día sintió que estaba llamado a una misión mayor por Dios. Entonces decidió separarse de las actividades del mundo y llevar una vida de eremita solitario en alguna de sus tierras.
Durante estos años de retiro espiritual, Guiberto tuvo la idea de fundar un monasterio apartado, donde los monjes se dedicasen a cantar las alabanzas. Se dice que contó con el apoyo de su abuela, llamada Gisla, y que dono unos territorios de la familia en Gembloux para la fundación de este monasterio. El primer abad fue un religioso de nombre Herluino, y en cuanto todo estuvo organizado, San Guiberto partió hacia la abadía de Gorze donde tomó los hábitos, pues no quería ser alabado ni muestras de gratitud de parte de los monjes de la comunidad que él había formado, así evitaría las complacencias.
No obstante, su estancia tranquila en Gorze se vio rápidamente perturbada, puesto que las tierras que había donado para la abadía eran parte del feudo imperial, hecho que aprovecharon muchos envidiosos para convencer a Otón I de que citara a Guiberto para pedirle cuentas en relación a esas tierras. San Guiberto acudió ante el emperador, y habló con tal sabiduría que el emperador Otón I quedó admirado y confirmó en un documento la fundación de la abadía y concedió muchos privilegios.
Más tarde, Guiberto tuvo que enfrentar conflictos por las tierras con el conde de Namur quien era su cuñado. Entonces, San Guiberto se dispuso a volver a Gembloux para defender los derechos de la abadía.
En este tiempo, organizó una jornada de predicación en la que logró convertir a muchos húngaros y eslavos que habían invadido en el 954.
Finalmente, en los últimos años de su vida San Guiberto pudo disfrutar de una vida solitaria en el monasterio de Gorze, aunque sufrió una enfermedad dolorosa. Falleció el 23 de mayo del año 962.