Clemente X: Un Papa de Influencia y Legado Duradero
Clemente X, cuyo nombre secular era Emilio Altieri, nació el 13 de julio de 1590 en Roma. Tras un conclave prolongado, fue designado Papa el 29 de abril de 1670 y falleció en Roma el 22 de julio de 1676. La elección de Clemente X fue un tanto inusual, ya que los cardenales no lograron ponerse de acuerdo en la selección de los candidatos prominentes, y después de un extenso conclave de cuatro meses y veinte días, recurrieron a la antigua costumbre de elegir a un cardenal de edad avanzada. El elegido fue el Cardenal Altieri, un octogenario que había servido a la Iglesia durante mucho tiempo y que había sido elevado a la dignidad cardenalicia por Clemente IX poco antes de su muerte.
A pesar de haber protestado vigorosamente contra el uso de las vestiduras papales como mortaja, Clemente X aceptó finalmente esa tradición. En agradecimiento a su benefactor, adoptó el nombre de Clemente X. Los Altieri pertenecían a la antigua nobleza romana y, dado que todos los descendientes masculinos, salvo uno, habían elegido la carrera eclesiástica, el papa decidió adoptar a los Paoluzzi y casó a uno de ellos con Laura Caterina Altieri, la única heredera de la familia, para evitar que el nombre de los Altieri se extinguiera.
Antes de su pontificado, Clemente X había ocupado cargos importantes y había sido encomendado con misiones delicadas por papas anteriores. Urbano VIII le encargó la protección del territorio de Ravenna contra el rebelde río Po. Inocencio X lo nombró nuncio en Nápoles y se le atribuye una destacada participación en el restablecimiento de la paz después de los tumultuosos días de Masaniello. Bajo el pontificado de Alejandro VII, fue designado secretario de la Congregación de Obispos y Regulares, mientras que Clemente IX lo nombró superintendente de las finanzas papales.
Una vez convertido en Papa, Clemente X otorgó al Cardenal Paoluzzi-Altieri, tío de Laura, el cargo de cardenal sobrino y, con el paso de los años, le confió la administración de los asuntos eclesiásticos, al punto de que algunos críticos romanos afirmaban que se había reservado para sí únicamente las funciones episcopales de bendecir y santificar, dejando en manos del cardenal los deberes administrativos de regir y gobernar. Sin embargo, el Bullarium Romanum contiene numerosas evidencias de la actividad religiosa de Clemente X. Durante su pontificado, canonizó a los Santos Cayetano, Felipe Benito, Francisco Borgia, Luis Bertrand y Rosa de Lima, y beatificó al Papa Pío V, Juan de la Cruz y los Mártires de Gorcum de Holanda.
Clemente X trabajó incansablemente para preservar la paz en Europa, la cual se veía amenazada por la ambición de Luis XIV de Francia. Además, inició una prolongada disputa con el monarca sobre las regalías o ingresos de las diócesis y abadías vacantes. El Papa brindó un fuerte apoyo económico a los polacos en su ardua batalla contra los invasores turcos.
Entre sus contribuciones artísticas, Clemente X embelleció el Puente de San Ángel con diez estatuas de ángeles talladas en mármol de Carrara, las cuales todavía se pueden admirar en la actualidad. Asimismo, se le atribuye la creación de dos hermosas fuentes que adornan la Plaza de la Iglesia de San Pedro, cerca de la tribuna, donde se erigió un monumento en su memoria.
El legado de Clemente X perdura hasta nuestros días, dejando un impacto significativo en la historia de la Iglesia y en el arte romano. Su labor incansable por preservar la paz, promover la santidad y embellecer la ciudad de Roma lo convierte en una figura destacada de su época.