Santa Tecla de Seleucia: La Primera Mártir Femenina y Discípula de San Pablo
Santa Tecla de Seleucia es una de las primeras mártires cristianas y es venerada como una de las más grandes figuras femeninas de los primeros tiempos del cristianismo. Según la tradición, fue discípula del apóstol San Pablo y jugó un papel crucial en la difusión del Evangelio en las regiones de Asia Menor. Su vida está envuelta en relatos de fe y milagros, y es reconocida como una mártir, aunque se dice que murió de muerte natural. La Iglesia celebra su fiesta el 23 de septiembre, honrándola como un ejemplo de valentía y devoción a la fe.
La Vida de Santa Tecla de Seleucia
Santa Tecla nació en Iconio (actual Konya, en Turquía) en el siglo I, en una familia pagana acomodada. Desde joven, fue prometida en matrimonio a un noble, pero su vida cambió radicalmente cuando conoció al apóstol San Pablo, quien llegó a predicar el Evangelio a su ciudad. Tecla quedó profundamente conmovida por la predicación de Pablo, particularmente por su mensaje sobre la castidad y la vida en Cristo.
Después de escuchar a San Pablo, Tecla decidió renunciar a su matrimonio y seguir a Cristo, lo que provocó la ira de su prometido y de su familia, quienes la denunciaron a las autoridades. Este rechazo a casarse y su deseo de vivir como virgen cristiana la llevaron a sufrir persecuciones.
Persecución y Milagros
Según los Hechos de Pablo y Tecla, un relato apócrifo del siglo II, Santa Tecla fue arrestada y condenada a morir quemada viva por rechazar el matrimonio y abrazar la fe cristiana. Sin embargo, un milagro ocurrió cuando fue puesta en la hoguera: una tormenta repentina apagó el fuego, salvando su vida.
Después de este milagro, Tecla fue liberada, pero continuó enfrentándose a nuevas persecuciones. En otra ocasión, fue condenada a ser devorada por fieras en un anfiteatro, pero las leonas que fueron soltadas para matarla se postraron a sus pies y no le hicieron daño. Su salvación milagrosa aumentó la devoción de los cristianos por ella, convirtiéndola en un símbolo de la protección divina.
Finalmente, Tecla escapó y se trasladó a Seleucia, donde continuó su vida como asceta, dedicándose a la oración y a la predicación del Evangelio. Pasó sus últimos años viviendo en una cueva, según la tradición, predicando y curando a los enfermos. Se cree que murió en paz a una edad avanzada, rodeada de seguidores que la veían como una santa viva.
El Legado de Santa Tecla
Santa Tecla es considerada la primera mártir femenina y una de las primeras mujeres en recibir el título de «protomártir» en la Iglesia, aunque no murió de manera violenta. Su figura es especialmente venerada en las Iglesias de Oriente, donde es conocida como una de las primeras discípulas de San Pablo y una defensora de la vida cristiana en su forma más pura.
El Monasterio de Santa Tecla en Maaloula, Siria, es uno de los principales centros de peregrinación en honor a la santa. Según la tradición, allí se conserva la cueva donde vivió y murió Santa Tecla. La devoción hacia ella ha perdurado a lo largo de los siglos, y es especialmente querida por aquellos que buscan protección y fortaleza en tiempos de prueba.
Fiesta Litúrgica y Veneración
La Iglesia celebra la fiesta de Santa Tecla el 23 de septiembre, especialmente en las Iglesias orientales y la Iglesia católica. En esta fecha, los fieles recuerdan su valentía y la manera en que fue protegida milagrosamente por Dios en varias ocasiones. A través de su vida, Santa Tecla ha sido una fuente de inspiración para las mujeres cristianas, mostrando que, en medio de las persecuciones y adversidades, la fe en Cristo es el mayor de los tesoros.
Oración a Santa Tecla
Oh gloriosa Santa Tecla, valiente discípula de San Pablo, te pedimos que intercedas por nosotros ante el Señor.
Tú, que con tu fe inquebrantable desafiaste a las autoridades y soportaste con paciencia las pruebas de la vida, ayúdanos a mantenernos firmes en nuestra fe, sin importar las dificultades que enfrentemos.
Santa Tecla, protectora de los perseguidos, guíanos por el camino de la santidad y enséñanos a vivir con la misma entrega y valentía que tú mostraste. Que tu vida sea para nosotros un ejemplo de devoción y confianza en el poder de Dios. Amén.