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San Adolfo de Arras

San Adolfo de Arras fue un santo de la iglesia católica quien vivió durante el siglo VIII. Este santo fue monje de la abadía de San Vaast, muy influyente y reconocido por sus virtudes, recibió la designación para administrar la diócesis de Arras-Cambrai que hasta entonces funcionaban juntas. Desempeñó un trabajo admirable y concedió muchos prodigios y milagros.

Arrás-Cambrai era una diócesis conjunta que había sido fundada por san Vedasto (o san Vaast) en el territorio de Francia (sede Arras) y en el territorio de los Países Bajos (sede Cambrai); esta unión permaneció hasta el siglo XI.

San Adolfo posiblemente nació en la región de Francia, a finales del siglo VII. Ingresó a la abadía de San Vaast donde se destacó por su disciplina y virtudes, y parece que llegó a ser abad.

Los relatos históricos lo sitúan entre la posición octava y décimo segunda de los obispo de Arras-Cambrai, ocurriendo entonces su elección en el año 717 como sucesor de san Hunoldo. Se dice que el propio pueblo lo aclamó como su obispo, y el clero concordó, además el rey Chilperico II también se manifestó favorable a esta elección.

San Adolfo falleció luego de una gran administración de la diócesis que reafirmó la fe cristiana en todo el territorio. Era considerado como un santo y fue enterrado en la iglesia de San Pedro junto a San Vaast.

La historia de sus milagros continuó aún después de su muerte. En el siglo X, el obispo Engrano tuvo unas visiones de San Adolfo, por lo que inspirado en ellas, el obispo hizo un levantamiento de las reliquias de san Adolfo. Uno de los milagros documentados en las actas del monasterio durante este acontecimiento fue la liberación de una mujer que estaba poseída por un demonio, con este milagro, san Adolfo fue proclamado santo en el año 957.

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