El Cristo de las Limpias es una venerada imagen sagrada que representa el momento de la crucifixión de Jesús y se encuentra en la provincia de Cantabria, en la Villa de Limpias. La imagen reside en el Santuario del Santísimo Cristo de la Agonía, un lugar de devoción y peregrinación.
El nombre «Limpias» proviene de las aguas termales limpias que brotan en la región. En esta villa se encuentra una pequeña iglesia parroquial dedicada a San Pedro, donde se ubica el altar con la preciosa imagen del Cristo de la Agonía.
La escultura del Cristo crucificado es una obra maestra, de tamaño natural, que se alza a seis pies de altura sobre una cruz de 2.30 metros. Sus brazos están abiertos en un gesto de bendición final. El divino rostro del Cristo, con su mirada dirigida hacia el cielo, refleja dolor, oración y contemplación hacia Dios Padre. A ambos lados del altar se encuentran las imágenes de la Virgen María y San Juan Evangelista.
La primera historia milagrosa relacionada con esta imagen del Cristo cuenta que en la ciudad de Cádiz, donde era venerada, ocurrió un terrible maremoto. Los devotos cristianos salieron en procesión por las calles llevando consigo las imágenes sagradas de las iglesias. Milagrosamente, ante la imagen del Santo Cristo de la Agonía, las aguas retrocedieron.
Posteriormente, la imagen fue trasladada a la Villa de Limpias, donde comenzaron a ocurrir sucesos extraordinarios en torno al Cristo. Los fieles afirmaban que el Cristo movía sus ojos, sangraba y sudaba. A partir de 1919, la fama del Santo Cristo de las Limpias comenzó a crecer y su iglesia recibió la visita de numerosos peregrinos de todo el mundo.
A esta figura se le atribuyen curaciones milagrosas, avaladas por reconocidos médicos, que ocurrían simplemente al tocar al Cristo.
En el año 1920, el Obispo de Santander, quien estaba a cargo de la Villa de Limpias, solicitó el proceso de canonización. Esta petición fue atendida por el nuncio Papal en 1921, quien, al orar frente a la imagen del Cristo, experimentó una profunda sensación de espiritualidad.
Después de este reconocimiento, los fenómenos milagrosos públicos cesaron algunos años más tarde. Sin embargo, aún muchos fieles y sacerdotes visitan esta preciosa imagen del Cristo, asegurando que sus ojos se mueven y que de sus labios se pronuncia la palabra «Ámame». Su presencia sigue inspirando devoción y fe en aquellos que se acercan a ella.